"Odio ver que te vas pero adoro ver cómo te marchas"


… cierras el diálogo con un silencio, giras y ahora es tu espalda la que me habla. En ese momento una sórdida tristeza invade mi interior. Adoro ver cómo te marchas pero me aterroriza la idea de saber que quizá no te vuelva a observar. Una mezcla de emociones se establece dentro mío, por una parte la congoja de tu ida, por la otra, el goce de ver tu silueta salir. Tal vez vuelvas y regales alegría con un problema a cuestas que no te deja dormir, tal vez no regreses...
Accedes a ser huella de la alfombra tantas veces visitada. Recorro tu figura de principio a fin. Comienzo desde el final, desde tus talones que suavemente se levantan curvando las plantas de tus pies, que no las veo pero las imagino con tanto realismo como tu cuerpo desnudo, todas las noches, sobre mis asépticas sábanas. Continúo con tus delgadas pantorrillas y me cuestiono cuál será tu talón de aquiles... a veces pienso que eres impenetrable.
El vuelo de tu pollera está sincronizado con cada músculo de tus piernas y deja entrever tus isquiotibiales, subo, prefiero saltearme una sección; no soy de esos hombres que estropean la poesía que se esconde en cada mujer con ignominiosas nimiedades escatológicas. Entonces prosigo, tu cintura avispada... ¡cómo la podría cobijar! La ilustración que tienes en la parte baja de la espalda ¿acaso no es el recuerdo de un amor prohibido? Trato de no pensar en ello. Podría estropear ver tu salida. Pasemos a la espalda semidesnuda, cansina pero capaz de recoger todas las flores del campo en una mañana.
He olvidado de admirar tu piel tersa, blanca como porcelana, tan transparente que deja ver tu alma. Es eso lo que quiero, tu alma, no tu cuerpo, mas no tengo otra manera de acceder a ella si no admiro, observo y aprendo tu silueta.
Cercano a mi génesis, tu voluminoso pelo esconde tu nuca donde la piel es virgen de sol y viento, debe ser fresca como la brisa matutina de la inocencia. Ya no me queda cuerpo, lo último es tu cráneo envuelto de cabellos y el triste atardecer que me queda por transitar...