Sin título


El espejo le brindaba una ventana abierta al universo. Soñaba con la prístina primavera de su corazón. Aquella que le permitiera dibujar un camino con su música. Afuera, la libertad de la lluvia hacía una fiesta con lo adoquines. Adentro, muy adentro suyo, la sencillez de su alma era devastada por el fuego. Las burbujas de su música nunca flotaron, ni tampoco lo harán. Ya no es tiempo de guirnaldas, ni de sol, ni de fiesta; la luna asomó su sonrisa.